Día 30: Hotel "La Reina"

Durante algunos años busqué un hotel que tuviese muebles llenos de historia. Yo buscaba entonces la estancia perfecta, una comunión entre los muebles añejos y sus usuarios, un lugar secreto en la visita a esa ciudad antigua, una corte para la defensa del reino de la literatura fantástica. Aquí la encontré; aquí la alcancé en toda su extensión.

Me gustó porque era levemente oscura, con paredes muy erguidas, como una catedral sin nombre, y porque no dejaba que le arrancaran sus tesoros fácilmente. Las hileras de cortinas se entreveían bajo la luz de unos fluorescentes temblorosos callejeros, y de vez en cuando, había que dar un rodeo para evitar una mesita de colores radicalmente amarillentos.