EL VIAJE DE REGRESO

Hubo días inolvidables en este crucero, algunos que se quedaron en breves instantes por falta de tiempo, o por la esperanza de encontrarlo en otro viaje. Pero, como si se generaran huracanes dentro de mi cabeza, los momentos cambian de lugar, los engullen la ilusión de volverlos a encontrar, y los perdía bajo las luces oscilantes de la cubierta del buque.

También cada día me sorprendía por un momento la luz limpia del cielo oceánico, el polvo de las calles desarregladas o el desorden sincronizado de la gente inquieta. Cada noche los idealizaba y convertía la imagen en otro lugar, la imagen que no llegué a encontrar nunca.

   Este melancólico ceremonial de los adioses