MI PERCEPCIÓN DE LO VIVIDO

Nuestro paseo por las calles de Mindelo.
Nuestro paseo por las calles de Mindelo.

Las personas y los mares tienen alma. Eso lo saben quienes conocen personas y quienes tienen la suerte de navegar. Al fin y al cabo recorrer los sentimientos y emociones de los otros y atravesar las olas y perderse entre viento y mar no dejan de ser actividades humanas.

El barco es precioso y me sentí del todo confiado al ver la profesionalidad que reina en él. Y por cierto, la cocina, otro diez. Solo espero volver a disfrutarlo en otra ocasión. También nos acordamos de los momentos de relax en la cubierta de la piscina, esas lecciones de manualidades que nos daban tan amablemente y cómo no, las noches de cenas bien compartidas. Las charlas entre cruceristas, siempre agradables, se alargaban en el tiempo durante esas horas. Normalmente, en las mesas del restaurante, humean los platos con salsas variopintas, pescados variados a la plancha. ¡Qué maravilla! 

En la celebración del Día de Gala, por el salón comedor desfilan los pasajeros (vestidos con una formalidad cuidadosamente producida), entre camareros que compiten en elegancia con los huéspedes. Elijo como entrada un consomé, sin dejar de mirar de reojo un plato cremoso. Con la entrada recién servida, salta a escena un camarero, que se fotografía con los comensales. Es hora de reír.

En el espectáculo, por un rato, se terminan las palabras hasta que el presentador encargado de la animación de los pasajer@s, rompe con las formalidades. Muy a su pesar, el show sigue copado por malabaristas, músicos y bailarines. Los aplausos y la música salen de la sala e irrumpen en el bar del nivel 6. Algunos ya buscan la disco.

Tengo los mejores recuerdos de esos días, pero sobre todo, la libertad total, el relajarme y sentirme como en casa. Para ellos, esto no es un trabajo, es una forma de vida, y eso lo transmiten con la mayor naturalidad, sin las pretensiones tan comunes en este mundillo.