- Día 24: RÍO DE JANEIRO

Desde el buque, comienzan a verse los rascacielos,leguas antes de pisar sus calles como un largo y blanco pañuelo erguido sobre la tierra parduzca y calcinada.

Sobre la fúlgida cristalera de sus edificios, campea la torre enigmática de la catedral tostada, más bien horadada de ventanales sepulcrales, con imperio desafiante; y las abarrotadas casas de las favelas de alcohol, que deslían con mansedumbre de humo lento y rozagante, que reptan unos momentos hacia el cielo, para enseguida, en invisibles vedijas, fundirse con el tono azul del cielo de la colina emancipada.